La tarde en el Nuevo Gasómetro no fue una más. San Lorenzo jugó, sí, pero el verdadero partido fue el del corazón. El Ciclón despidió a su hincha más ilustre, el Papa Francisco, con un homenaje cargado de amor, gratitud y memoria eterna. Antes del choque contra Rosario Central, la emoción copó cada rincón del Pedro Bidegain. Se realizó un minuto de silencio que hizo temblar hasta el cemento, mientras las tribunas estallaban en banderas azulgranas y otras con los colores papales: blanco y amarillo. La gran sorpresa fue una camiseta especial, que los jugadores usaron durante el partido. En el pecho, el mensaje “Juntos por la Eternidad” resumió el vínculo inquebrantable entre San Lorenzo y Jorge Bergoglio, el pibe del barrio Flores que soñaba con goles en Avenida La Plata. Pero el homenaje no terminó ahí: sobre el césped, una estatua y un cuadro pintado por la artista cuerva Lú Sedova inmortalizaron la pasión del Papa Cuervo. Y en las pantallas del estadio, un video repasó su historia azulgrana: desde aquel primer campeonato que vivió en 1946, pasando por su carnet de socio número 88.235, hasta las veces que bendijo a su querido San Lorenzo desde el Vaticano. La emoción también llegó desde los más chicos. Un grupo de pibes de Scholas Occurrentes, la organización que Francisco creó para unir educación y deporte, desfiló junto a las inferiores del club, reafirmando los lazos que el Papa siempre tendió entre la fe, la pelota y la integración social. “San Lorenzo y Francisco, juntos por la Eternidad” no fue solo un parche en una camiseta. Fue un grito del alma. Fue la historia de un hincha que nunca se olvidó de su primer amor. Y ahora, desde el cielo, seguro sigue alentando: ¡Vamos Ciclón!