Después de la tormenta, llegó el mea culpa. Marcos Rojo, uno de los referentes del vestuario xeneize, puso el pecho y se sinceró tras el baldazo de agua fría que significó la derrota ante River. Pero esta vez no habló de táctica ni de errores en la cancha. El capitán asumió que se fue de boca (y no del club) con una frase que lanzó en caliente post clásico. “Nos ganaron por una pelota parada y no hicieron mucho más”, había dicho con bronca el zaguero luego del 1-0 en Núñez. Ahora, con la cabeza más fría y ya enfocado en lo que viene, Rojo reculó en chancletas: “Estábamos calientes, fue una derrota dura. Pero hay cosas que no se dicen. No era el momento para hablar así”. En charla con el canal oficial del club, el ex Estudiantes hizo autocrítica y reconoció que sus palabras no estuvieron a la altura del escudo que defiende: “No me gusta desmerecer a nadie, y menos a un rival que ganó bien. Lo mío fue una reacción del momento, pero ya hablé con los chicos y con el cuerpo técnico. Hay que seguir, esto es Boca y no hay tiempo para lamentos”. La caída ante River dejó secuelas internas, pero también mostró un Rojo más reflexivo, dispuesto a tomar la responsabilidad no solo en el campo sino también fuera de él. “Estoy para bancarme lo que venga. Como capitán tengo que dar el ejemplo”, cerró, dejando claro que quiere liderar con la cinta y con el ejemplo. El Superclásico ya quedó atrás, pero las palabras también juegan. Y Rojo, esta vez, pateó al arco del arrepentimiento.