River y la Copa Libertadores tienen un vínculo que trasciende el tiempo. Otra vez, el equipo de Núñez se metió entre los 16 mejores del continente y lo hizo con autoridad, buen fútbol y una estadística que habla por sí sola: por octava edición consecutiva clasificó a los octavos de final, algo que ningún otro club argentino logró en la historia del torneo.   Con el triunfo categórico ante Independiente del Valle en el Monumental, el equipo de Martín Demichelis no solo aseguró su pase, sino que también confirmó que será cabeza de serie en la próxima ronda. Lo hizo con fútbol ofensivo, goles por todos lados y una idea cada vez más consolidada. Desde 2015 hasta hoy, River no falló nunca en la fase de grupos. Solo en 2016 quedó eliminado en octavos, pero siempre fue protagonista. En el medio hubo títulos (2015 y 2018), finales, semis y actuaciones memorables. Y este año parece seguir ese camino. El funcionamiento colectivo es uno de los puntos altos del equipo. La solidez de Armani en el arco, la jerarquía de Paulo Díaz, el despliegue de Aliendro, la creatividad de Echeverri y los goles de Borja forman una columna vertebral que hace soñar al hincha. Además, el grupo de la Copa no era sencillo: compartía zona con Nacional de Uruguay, Libertad de Paraguay y el siempre complicado Independiente del Valle. Aun así, River logró imponer condiciones desde el arranque, cerró la fase con puntaje ideal y ahora se mete en la etapa más caliente con confianza total. En Núñez saben que lo mejor todavía está por venir. El equipo está en crecimiento, los refuerzos respondieron y el recambio empieza a dar frutos. Con un Monumental repleto en cada partido, River vuelve a ilusionarse con levantar la Copa más deseada, esa que supo conquistar y que quiere volver a abrazar.