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Uruguay: se cae el verso de las SAD, promesas rotas y clubes en ruina

Un informe desde Uruguay desnuda el colapso del modelo de privatización en el fútbol. Promesas de inversión incumplidas, clubes fundidos y la furia de hinchas que hoy reclaman recuperar sus instituciones. Un repaso por los casos más emblemáticos de un esquema que hizo agua en todos lados

  • 11/07/2025 • 12:53

Éste informe especial de nuestra tierra vecina sobre las SAD, revela cómo Uruguay fué el laboratorio en  el que se empezó a probar un experimento que hoy muchos quieren traer a la Argentina, que terminó siendo una trampa disfrazada de modernización.  (Podés ver: INFORME ESPECIAL sobre las SAD en el fútbol Uruguayo: La solución de los clubes o la perdición? - La segunda parte de este INFORME ESPECIAL sobre las SAD. Solución o problema?

A más de veinte años de su implementación, el modelo exportado como “solución mágica” se desmorona: clubes fundidos, hinchas decepcionados, promesas de inversión que nunca llegaron y una cultura futbolera que se diluye entre balances, empresas fantasmas y capitales de dudosa procedencia.
 

El experimento ya se probó. Las Sociedades Anónimas Deportivas, que prometían modernizar el fútbol, atraer inversiones y salvar a los clubes del abismo financiero, dejaron un tendal en todo el mundo. Desde Uruguay hasta Chile, pasando por Europa del Este y el mismísimo fútbol español, el balance es contundente: las SAD convirtieron al deporte más popular del planeta en una cadena de negocios opacos, fracasos deportivos y abandono institucional.

 

*Uruguay: de la promesa a la ruina*

El 25 de enero de 2001, el Parlamento uruguayo sancionó la Ley 17.292, que habilitó la creación de Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). Desde entonces, más de la mitad de los equipos profesionales adoptaron ese formato. La promesa: profesionalización, transparencia y capitales frescos. La realidad: deudas impagables, fracasos deportivos, abandono dirigencial y un descontento creciente entre los hinchas.

Dos décadas después, la foto es alarmante. Rampla Juniors es el ejemplo más brutal: en 2024 cedió su gestión al empresario estadounidense Foster Gillet, con promesas de “fichajes de selección” y ascenso asegurado. (Podés leer:¨Foster Gillett bajo fuego: del salvador de Estudiantes a investigado por lavado de dinero, de inversor estrella a lo peor que le pasó al Rampla Juniors en 111 años¨).

La realidad fue otra. En 2025, Rampla no ganó un solo partido, no convirtió goles y terminó último. Los hinchas, furiosos, llenaron el estadio de pintadas contra la conducción, en señal de repudio a un modelo que prometía profesionalización y terminó en papelón. La imagen de un club tradicional reducido a un experimento fallido de laboratorio inversor es el síntoma más brutal del daño que las SAD pueden causar cuando se privilegia el negocio por encima del escudo.

El club no solo no mejoró: quedó en la lona, sin resultados, sin identidad y sin futuro claro. (Podés leer: ¨Rampla en llamas: pintadas contra Foster Gillett, Alonso y Tealdi tras el papelón histórico¨

Lo mismo pasó con Juventud de Las Piedras, que vio dispararse sus pasivos. O con Atenas de San Carlos, que fue prometido a inversores internacionales que nunca cumplieron ni el 10% de lo pactado. El resultado: clubes que cambiaron democracia por dependencia. Inversiones que jamás llegaron. Y una dirigencia local atada de manos.

 

 

Universidad de Chile vs Colo Colo: La preocupación de las autoridades por la presencia de ambos en la misma ciudad - Bolavip Chile

*Chile: cuando el club ya no es del hincha*

La experiencia en el país trasandino con las sociedades anónimas deportivas ha sido "nefasta" . La ley se aprobó durante la presidencia del socialista Ricardo Lagos y el exmandatario Sebastián Piñera llegó a comprar el Colo Colo. 

En Chile,  todos los equipos de Primera División están obligados por ley a funcionar como SAD. ¿El resultado? Colo Colo y Universidad de Chile sufrieron crisis internas, despidos masivos, problemas de gestión y conflictos judiciales. El hincha pasó de ser socio a cliente. La dirigencia, reemplazada por ejecutivos que priorizan balances antes que campeonatos. Los clubes hoy están ‘quebrados’; los grandes deben el doble que antes y gran parte de la deuda al fisco sigue impaga”.

El fenómeno del “club sin alma” crece año tras año, y la pérdida de identidad golpea más fuerte que cualquier goleada.

 

 

*España: la advertencia que llegó desde la Liga*

En España, donde el modelo SAD es obligatorio desde los años 90, los casos de ruina son innumerables. El Deportivo La Coruña pasó de ser campeón de Liga a arrastrarse por la tercera categoría. El Racing de Santander, el Málaga, el Zaragoza: todos clubes históricos que vieron cómo los empresarios que prometían gloria terminaban abandonando el barco apenas los números no cerraban.

Otro fracaso de las SAD es Valencia que fué puesto a la venta. En 2018, el presidente de La Liga, Javier Tebas, debió admitir que “el modelo tiene fisuras y no siempre defiende a los clubes”.

 

 

*Un modelo que borra el alma*

El denominador común es el mismo: las SAD prometen profesionalización, pero entregan desarraigo. Lejos de garantizar éxito deportivo, multiplican los pasamanos de jugadores, fomentan la especulación y transforman las camisetas en activos financieros. En muchos casos, ni siquiera cumplen con las mínimas condiciones de infraestructura o de pago a empleados.
 

Y lo más preocupante: *cuando el inversor se va, no queda nada*. Porque los socios ya no tienen poder. Porque el club ya no es del barrio, ni de la ciudad, ni de nadie. Es de una empresa que hace negocios con el fútbol, sin importarle si el equipo gana, si los hinchas alientan o si las tribunas están vacías.
 

 

                             

En Argentina, la avanzada privatizadora encontró una resistencia férrea en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y, especialmente, en su tesorero Pablo Toviggino. Mientras desde sectores ligados al Gobierno nacional y al círculo de Javier Milei se impulsan proyectos para habilitar las Sociedades Anónimas Deportivas, Toviggino se transformó en el principal escudo de un modelo que defiende al fútbol como bien cultural y no como mercancía. "No vamos a entregar los clubes a los fondos buitre", advirtió en más de una ocasión, reforzando la idea de que la pasión no se vende. 

Su firmeza lo convirtió en blanco de operaciones judiciales y mediáticas, pero también en la voz que canaliza el rechazo unánime de la mayoría de los clubes del país. A contramano de las promesas de modernización, Toviggino insiste en que los ejemplos internacionales ya demostraron que las SAD no garantizan ni éxito deportivo ni salud financiera. (Podés leer:¨Toviggino, el escudo de la AFA: la resistencia a las SAD y la maniobra judicial que buscó correrlo del camino¨).

 
En un escenario de creciente presión externa, la AFA se mantiene como el último bastión institucional que todavía defiende la soberanía del fútbol argentino.

 

 

¿Es ese el modelo a imitar? En todos los países donde se implemen las SAD dejaron más conflictos que soluciones. Porque el fútbol no es una sociedad anónima. Es una pasión colectiva, un entramado social, un legado cultural. Y cuando se lo convierte en un Excel, siempre termina perdiendo lo mismo: el club.

 

 

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