En Avellaneda se encendieron alarmas: River marcha y resiste, pero perdió una pieza clave. Germán Pezzella, defensor de experiencia y líder dentro del área, sintió un fuerte pinchazo en su rodilla izquierda tras disputar una pelota con Walter Mazzanti en el cierre del primer tiempo. Lo primero fue dolor, después vendría la desesperación: se derrumbó en el campo y se quebró en llanto sobre la camilla, mientras el clásico seguía sin pausa. El impacto fue doble. Primero futbolístico: el ingeniero Gallardo perdió a su toba central antes del descanso, obligando al debut de Sebastián Boselli en su lugar. Pero también emocional: en el banco, con la mirada humedecida y la voz quebrada, Pezzella recibió abrazos del cuerpo técnico y de compañeros como Armani, Ledesma o Pity Martínez. El alivio del empate se mezcló con una preocupación amarga. Según el parte preliminar, todo indica que se trata de un esguince de rodilla, aunque deberá confirmar estudios más profundos. El contexto acompaña el dramatismo: River viene golpeado en puestos defensivos. Martínez Quarta está en recuperación por un desgarro, Paulo Díaz arrastra una inflamación, y ahora Pezzella suma otro eslabón comprometido. La defensa del Millonario, punto firme del equipo, se resquebraja sin aviso.   Es un golpe de alto voltaje para Gallardo, que tenía en mente presentar una zaga robusta para el duelo de octavos de ida frente a Libertad de Paraguay. Ahora, el entrenador deberá rearmar desde cero: la única cara nueva podría ser Juan Portillo, o incluso el relegado Federico Gattoni, si el reglamento lo permite y River decide cambios de última hora.   El clásico terminó en empate, sí, pero el resultado fue lo menor: la fractura fue en una rodilla, y la enfermería de River quedó encendida. El objetivo sigue intacto, pero ahora empieza a jugar también fuera de la cancha.       WhatsApp: https://whatsapp.com/channel/0029VbAgwh3DeONCnOA33c40 X: www.x.com/zonadegol_ok