Aún con el eco del gol agónico de Franco Pardo, Racing vivió un día de esos que hunden cucharas de pasión en cada palabra. Gustavo Costas explotó de emoción, fiel a su estilo visceral y entregado, reconociendo que había anticipado que el duelo con Peñarol “era una final”, consciente del desafío emocional e histórico que se venía.    Con la voz quebrada, el DT sostuvo: “Los chicos dejaron todo en el campo. Con la gente nuestra en el Cilindro demostramos que somos fuertes.” Y dejó una frase que resumió esa atmósfera de gloria: “Uno tiene el sueño de ir por todo.”  Costas no esquivó el bulto cuando lo consultaron sobre las decisiones polémicas. Sobre el penal cobrado por un codazo de Gularte a Maravilla Martínez, expresó sin dudar: “Para mí fue penal. Le pega en la nuca.” Y sobre las expulsiones de Marcos Rojo y Bruno Zuculini desde el banco, admitió su sorpresa: “Estaba a dos metros, Rojo no dijo nada… me sorprendió que lo expulsaran.”  Además, compartió una confidencia táctica: ya había decidido blindar al equipo pensando en la tanda de penales con el ingreso de Facundo Cambeses. “Lo habíamos hablado con el cuerpo técnico. Teníamos la estrategia clara.”    Emoción pura Costas vibró, lloró y compartió la ilusión de ir por todo. Reconocimiento al plantel La entrega fue el pilar del pase; la base de una nueva narrativa copera. Hinchas como motor El Cilindro fue la chispa del regreso, el amante fiel que empuja gesta. Frente al árbitro Tomó postura sin victimizarse, defendió los hechos con firmeza. Legado e identidad Costas habla con historia, vivió crisis y gloria: hoy cosecha su legado en la casa de sus amores.  Para Racing y su gente, esta clasificación no fue solo deportiva: fue una herida que sanó con la potencia colectiva, un desafío que se validó con esfuerzo, carácter y fútbol.           WhatsApp: https://whatsapp.com/channel/0029VbAgwh3DeONCnOA33c40 X: www.x.com/zonadegol_ok