Lo que empezó como una ilusión copera, terminó en otro capítulo oscuro para un Talleres que hace agua por todos lados. Este martes, el equipo cordobés cayó ante San Pablo por 2-0 en el Morumbí, quedó eliminado de la Copa Libertadores y selló un semestre para el olvido: sin chances en el Torneo Apertura, afuera de la Copa Argentina y con la soga al cuello en la tabla anual. Una debacle total que desnudó la fragilidad futbolística e institucional de un club que no levanta cabeza. El partido en Brasil fue el reflejo de la actualidad albiazul: un equipo sin rebeldía, sin alma, entregado ante un San Pablo que lo dominó de principio a fin. Ni el gol tempranero de Luciano ni el segundo de Ferreirinha sorprendieron a los hinchas, que ya se sienten resignados a ver cómo su Talleres se cae a pedazos mientras la dirigencia mira para otro lado.   Eliminación internacional y alarmas encendidas La derrota no solo significó el fin del sueño copero: también dejó al equipo sin chances de meterse siquiera en la Sudamericana, lo cual era el objetivo mínimo para salvar la ropa. Talleres terminó tercero en su grupo y lo que de verdad se juega es su identidad, su orgullo y su permanencia en Primera. La tabla anual lo tiene ahí, coqueteando peligrosamente con el descenso, y cada punto que se le escapa es una daga más para una hinchada que no da más. No hay margen de error, no hay tiempo para excusas ni discursos de campaña: lo que se viene es una final por la supervivencia. Y si Andrés Fassi quiere seguir al mando, primero tiene que demostrar que el club no le quedó grande. Fassi en el ojo de la tormenta Si hay un nombre que hoy retumba con furia en los pasillos del Kempes, es el de Andrés Fassi. El presidente del club, que hace unos meses celebraba la Supercopa Internacional ganada ante River, ahora enfrenta una marea de críticas por parte de los hinchas, que lo consideran el principal responsable del presente calamitoso. Los pasacalles, protestas y cánticos contra su gestión ya son una postal recurrente.