La frase se escuchó mil veces en tribunas y asados: “El Monumental lo construyeron los militares”. La chicana pica y duele, pero la realidad es otra. River Plate inauguró su estadio el 26 de mayo de 1938, cuatro años después de comprar los terrenos con un préstamo del Banco Hipotecario y la casa de Agustín P. Justo. Aquella cancha tenía forma de herradura porque faltaban fondos; recién en 1957, con la venta de Enrique Omar Sívori a Juventus, el Millonario pudo cerrar el anillo con la tribuna Sívori Baja y Media  El mito del ’78 y la estafa copera Casi cuarenta años después, tras el golpe de 1976, la dictadura creó el Ente Autárquico Mundial 78 para remodelar los estadios del Mundial. River firmó en agosto de 1976 un acuerdo para levantar la Sívori Alta y otras mejoras por 130 millones de pesos, según el estudio de Rodrigo Daskal. Pero el EAM jamás puso un peso: ni alquileres, ni préstamos, ni ingresos del Prode. El club se hundió en deudas por más de 170 millones, cerró sus puertas 15 meses y liquidó obligaciones recién en 2001  Cuando un almirante dictaba pases y contratos El hombre fuerte de aquella era fue el contraalmirante Carlos Alberto Lacoste, presidente del EAM. Su sola presencia imponía silencio: el propio Ubaldo Fillol contó que lo citaron con un arma sobre la mesa para firmar su contrato. “Si quiero, desaparecés en 30 segundos”, le advirtió Lacoste al Pato, sellando una página negra en la historia del club  Pasión y palas, la construcción real Olvidate de tanques y obreros con boina militar. El Monumental fue férrea obra civil: palas, burros para el acarreo de tierra y bombas manuales para achicar napas. Antonio Vespucio Liberti impulsó el proyecto en 1933, y cada ladrillo llevó la sangre y el barro de los obreros y la ilusión de una hinchada en crecimiento ??. Hoy, con capacidad para más de 85.000 hinchas y epicentro de alegrías mundiales, el Más Monumental celebra su historia verdadera: un símbolo de la pasión riverplatense forjado con trabajo, talento y, sobre todo, corazón Millonario.