En una noche que pintaba tranquila después de la victoria, Harry Kane y Vincent Kompany coincidieron: en Miami, Boca se escuchó como local. Kane no lo dudó: “Parecíamos visitantes, su gente fue impresionante, uno de los ambientes más ruidosos de mi carrera”. Sin medias tintas, reconoció el impacto emocional que sintió el equipo alemán. Kompany sumó que no fue fácil mantenerse firmes: “La hinchada fue extremadamente impresionante… jugué y viví eso, es un privilegio”.           El DT además recordó que fue a ver a Boca jugar antes del Mundial para apreciar su juego y el ambiente en el estadio. Confirmó lo que se sentía en la cancha: “puede sentirse como un partido de visitante” si ignorás el color y el empuje que trae la hinchada xeneize. Pero no fue solo una señal de admiración. Fue un aviso: Boca no juega solo con los once de camiseta, también con los 12 del público. Bayern fue superior, sí, pero sin ese respaldo desde las gradas, las cosas habrían sido distintas. Hoy, quedó claro que en equipos grandes, la mentalidad sigue mandando tanto como la táctica.   Para Boca, este reconocimiento no es un trofeo menor: su gente ya dejó huella en un rival que ganó y está clasificado. La guerra psicológica tiene ganancia: si la Bombonera se hizo sentir en Miami, imaginate lo que puede ser la última fecha contra Auckland. Siendo sinceros, los alemanes jugaron con clase. Pero también se notó respeto y el deseo de controlar el partido afinado por la presión de una tribuna temible. Ahora, Boca deberá canalizarlo: no alcanza con sentirlo, hay que jugársela. La clave ya se demostró: *jueguen adentro o afuera del campo, Boca ya tiene su arma secreta*. Y hoy, esa arma suena fuerte.     SEGUINOS EN NUESTRO CANAL DE WHATSAPP PARA ESTAR SIEMPRE ACTUALIZADO?https://whatsapp.com/channel/0029VbAgwh3DeONCnOA33c40